miércoles, 5 de enero de 2011

Escribiendo sin pensar


El bote se tambaleaba, las olas crecían por momentos. El sabía lo que iba a pasar: iba a volver a llover, llovería con tanta fuerza como las otras noches. Su bote estaba lleno de pequeñas muescas, hendiduras con las que marcaba los días que iban pasando pero desde hace un tiempo ya había dejado de contar los días con la esperanza de que así pasaran más rápido.

Nada más lejos de la realidad, los días seguían pasando inevitablemente, la inmensidad del mar le hacía sentirse vacio perdiéndose así en sí mismo. No comía pero no tenía hambre, no dormía pero no tenía sueño, el mar era el primer pensamiento al salir el sol y el último al ponerse. La lluvia comenzó a inundar la pequeña barca pero esta vez no hizo nada, hoy no tenía fuerzas para achicar agua, hoy era uno de esos días en que dejaba todo a la suerte, uno de esos días en los que se tumbaba dejando que la lluvia le calara, esperando a que de una manera u otra parara de llover.

La niebla le rodeaba y no veía tierra por ninguna parte pero esto no le extrañaba. Llevaba siendo así desde el primer día: La niebla salía de su interior, nacía con tanta fuerza que le era imposible ver mas allá de su propio barco haciendo aun mas difícil ese camino que el creía que nunca terminaría.

Sin ambiciones, sin objetivos, sin nada por lo que seguir remando y con un sueño imposible en la cabeza los días seguían pasando.



Sálvame, por favor.

3 comentarios:

Femenino Singular dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=ZLsJyfN0ICU

Femenino Singular dijo...

*0*

Laralá dijo...

Eso se arregla con un buen vaso de MASTEEEER CRUMBLEEEEEEEEEEES...! jajajajajajaja
Me lo he grabado a fuego, eh? :)

Tengo un par de remos y una brújula para este tipo de situaciones.
Paso número uno...