domingo, 19 de diciembre de 2010

Ojala volviera a ser un niño...

Cuando eres un niño solo tienes una idea en la cabeza: Ser feliz. Llegar a casa después de un aburrido día de colegio, coger mis coches y tirarme en la alfombra e imaginarme que tengo un garaje, que voy de viaje o a soñar por un ratito que conduzco por los lugares más fantásticos de la tierra.

En esa etapa de la vida no piensas en otra cosa que no sea divertirte, eres feliz de estar rodeado de los tuyos, de salir a darle patadas a un balón por el parque o simplemente de pasar las noches de verano con los amigos del barrio jugando al escondite. La única preocupación posible eran los pequeños cabreos clásicos entre primos que surgían siempre a raíz de algo que queríamos ambos y que uno había cogido primero, llorábamos un poco, normalmente había algún castigo y ya en uno o dos días todo volvía a ser como antes y volvíamos a jugar y jugar.

Aun hoy en día me sorprendo de mi pasado, no sé en qué punto cambie de rumbo mi forma de ser. Supongo que todo vino por mi vagueza, una vagueza que me espabilo la cabeza para no tener que usar la mano, disfrutaba haciendo los ejercicios de cabeza y tratando de resolver puzles y adivinanzas.

Siempre me gustó pensar, de mi forma de ser era una de las cosas que siempre me ha gustado. Tratar de buscarle la vuelta a todo, cambiar mi perspectiva para buscar otra manera de ver las cosas, tratar de adivinar lo que piensa el resto de la gente solo por sus reacciones ante frases o sus gestos, tratar que piensan de los demás a través de su trato con ellos, de reacciones ante comentarios… disfrutaba poniéndome a prueba, viendo hasta donde podía llegar.

Esta manera de ser me llevo a madurar antes, ya no disfrutaba como el resto de mis amigos, prefería estar toda la noche hablando en un portal que tirando piedras a las lagartijas o jugando al escondite como hacia el resto de la gente del barrio.

Este cambio también me llevo también a darme cuenta de que mi infancia como tal había terminado, que digamos ya estaba fuera, en el mundo real, con todo lo que ello conlleva, y eso cambio radicalmente mi forma de ser, no voy a decir que me robaron la sonrisa, porque no fue así, pero sí que hicieron que me costara mas sacarla.

Durante uno o dos años me convertí en el centro de las gracias, ‘’compañeros de equipo’’ que no lo eran tanto, un día te invitaban a su casa a merendar para al día siguiente juntarse con los demás capullos a pasarlo bien a tu costa, cada comentario que hacías, cada idea que tenias, cada cosa que tratabas de hacer en el campo estaba mal hecha, por la única puta razón de ser Pedro el que la hacía. Desde mi forma de comportarme, pasando por llevar unas zapatillas ‘’baratas y malas’, hacer caso a los entrenadores, hasta el tamaño de mis labios. El crestas, llorica, culo pino, cara pene o chuck Morris (por los morros) entre otras gentilezas eran lo más común que se podía escuchar en cualquier entrenamiento o una tarde dando una vuelta.

En fin, ahí lo tenéis, mi secreto más profundo, la razón por la cual soy el soso, el aburrido entre tantas otras cosas, la razón por la que mi forma de ser empina aun mas cada cuesta que me surge en el camino, la razón por la que aunque no sepa dejar de luchar, aunque no sepa rendirme no puedo evitar que se me caiga el mundo encima constantemente. Por eso me es tan difícil dejar de querer a aquella persona que me ha hecho sentir querido, que me ha dejado quererle, que me ha dado todo el cariño que necesitaba y con la que he compartido tantas cosas como para estarle eternamente agradecido.


La nueva noticia bomba es que posiblemente el modulo no me valga para nada. Una de las razones por las que me quede aquí fue porque no me daba la nota para lo que quería. Pensé que con la nueva normativa (nota modulo= de valida que nota de selectividad) currándomelo podría acabar entrando a I.N.E.F o a psicología, pues bien, parece ser que a 6 meses de terminar el modulo una nueva ley anula todo esto. Los que entren de FP a carrera deberán hacer selectividad como el resto, ¡Ah! Y la ley se aplica desde YA ni dejar acabar el curso a los que entremos con la otra normativa ni nada, ¿de que me sirven ahora estos dos años si voy a necesitar la nota de selectividad para entrar a la carrera?


Esto es la guinda del pastel.

Ojala, ojala volviera a ser un niño.

1 comentario:

Javier dijo...

¡Ánimo que seguro hay alguna salida! :D